El origen del mundo
—¡El arte del movimiento! —se envalentonó
Atamante.
—¡Qué seboruco eres! No basta con el
movimiento preciso y eficaz del cuerpo, sin controlar su relación con el
espacio no hay arte.
—Usted perdone, Claudova.
—Ven acá, chico, deja el matraquilleo,
que no me dejas desayunar. —Claudia se sentó en el borde del sofá, estiró bien
su espalda y se llevó la taza de café a los labios con forzada finura y
fragilidad, parodiando a la Pavlova.
(En la imagen: Anna Pavlova. Considerada la mejor bailarina del siglo XX. San Petersburgo, Rusia, 31 de enero de 1881-La Haya, Holanda, 23 de enero de 1931).
Estuvieron unos minutos en silencio, sin prisas, terminándose las tostadas y el café, dejando que los fantasmas del amanecer fueran esfumándose poco a poco. Claudia dio el último bocado y continuó hablándole de la herencia inestimable de grandes coreógrafos, como Petipa, Balanchine y Ashton, que habían marcado una época.
—Pero no hay que olvidar a las mujeres.
—¿Mujeres coreógrafas? —se extrañó Atamante.
Le habló de Nijinska, la hermana de Nijinsky, que había creado coreografías memorables...
«Este mismo año, Ashton, que ahora es director del Royal Ballet, va a reestrenar su obra Les Biches».
De Janine Charrat, que había montado su propia compañía a principios de los cincuenta y estrenado coreografías con libretos de Claudel y Genet, y música de Ravel y Stravinski.
De Martha Graham, «la más influyente del siglo».
—Algunos la llaman la Picasso de la danza.
(Portada de la última biografía de Marius Petipa, escrita por Nadine Meisner, Oxford University Press, 2019)
—¿No crees que hay que dominar la técnica del pasado antes de renovar? —Atamante trasladó el tópico que solía decirse en el mundo del arte.
—Los ballets clásicos son joyas que hay que seguir montando. Es la base. Petipa, creador de las primeras coreografías del El lago de los cisnes y El cascanueces, escribió en sus memorias que no esperaba que su legado fuera intocable.
—Desde que apareció Nureyev en Occidente, se han disuelto las fronteras que separan lo clásico y lo moderno.
(Vídeo "Glimpses of Isadora Duncan", subido a YouTube por John Hall)
(Long Beach, Long Island, Nueva York, alrededor de 1921. Anna (Denzler) Duncan bailando". Una de las "Isadorables", como se conocía a las protegidas alemanas de Isadora Duncan. Foto de Arnold Genthe)
—Rodin dijo de Isadora que su baile era simple y bello como la antigüedad —dijo Atamante, entusiasta.
Empezó a bailar agitando ambos extremos de la toalla, a la vez que imitaba los movimientos de las figuras que aparecen en esculturas, bajorrelieves y ánforas griegos.
(Copia de la Afrodita de Cnido llamada de Altemps o Ludovisi. Museo del Palacio Altemps, Roma. La original data de 360 a. C, y está perdida)
Atamante sintió el mismo rubor de los habitantes de Cnido al ver la Afrodita de Praxíteles, tan hipnotizados por su belleza que creyeron ver desvanecida la dureza de su mármol y quisieron copular con ella.(Iris, mensajera de los dioses. Auguste Rodin, en torno a 1895. Museo Rodin)
Sus posturas y gestos provocativos le evocaron a Atamante la Iris de Rodin, suspendida en el aire, sujetando su pierna derecha al modo del cancán, ofreciendo su sexo como una flor del mal a las puertas del infierno.
Encontró en Nijinsky su patrón ideal. ¿Has visto su escultura? Parece que va a elevarse y girar en cualquier momento. Rodin dijo que la forma y el significado estaban indisolublemente integrados en el cuerpo de Nijinsky.
—¿Conoces la historia del último salto de Nijinsky?
—Solo sé que se volvió majareta.
Antes de cumplir los treinta años, Nijinsky tuvo un brote de esquizofrenia del que no se recuperó jamás. A partir de entonces, le contó Claudia, se encerró en sí mismo y pasaba los días sentado en una silla del hospital, inmóvil. Al cabo de veinte años, su esposa y su psiquiatra decidieron probar una terapia. Le llevaron un bailarín vestido con la ropa de su representación de L'après-midi d'un faune. Cuando empezó a bailar, Nijinsky esbozó una sonrisa y, a continuación, se levantó, se preparó y ejecutó su famoso entrechat*, que lo dejó suspendido en el aire.
*Paso en el que el bailarín salta en el aire y rápidamente cruza las piernas por delante y por detrás. Nijinsky conseguía hacerlo seis veces seguidas —entrechat-douze—.
(Preludio a la siesta de un fauno, con música de Debussy. Escena completa de la película "Nijinsky", estrenada en 1980, de Herbert Ross, con George de la Peña como Nijinsky; basada en la biografía escrita por su mujer Romola y los diarios del propio bailarín)
—En este teatro, decía Cortázar, donde una vez el grandísimo cronopio Nijinsky descubrió que en el aire hay columpios secretos y escaleras que llevan a la alegría.
—No sé si la alegría a la que se refería, fue al momento en el que el bailarín se masturbó en escena con el pañuelo de las ninfas en L’après-midi d’un faune, para gran escándalo del público —se rio Atamante maliciosamente—. Rodin salió en defensa del bailarín al día siguiente en la prensa y él acudió al estudio del escultor.
—Aquí no se programan temporadas estables. Por eso es tan complicado para los bailarines profesionales. Víctor Ullate, una joven promesa, se ha tenido que ir hace un par de años a París y está despuntando en la compañía de Maurice Béjart.
—Hay que reconocer que Fidel ha hecho algo bien consiguiendo
que Alicia Alonso volviera a Cuba y dirigiera el Ballet Nacional.
(Gustave Courbet. El origen del mundo. 1866. © RMN-Grand Palais - Musée d'Orsay / Hervé Lewandowski)
—Por cierto, lo que de verdad he visto antes fue el óleo titulado El origen del mundo de Courbet. ¡Nadie ha sido tan virtuoso pintando un coño!
—¡Bruto! —gritó Claudia, divertida.
—Se dice en el mundillo del arte que Jaques Lacan, el psiquiatra, compró ese cuadro hace unos años y que lo tiene escondido en su casa de campo, dentro de un marco con doble fondo y un sistema que permite cubrir y descubrir el lienzo.
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