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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Balmoral II

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  Le llamaba la atención el cuadro que estaba encima de la chimenea. Un óleo que representaba a un caballero escocés vistiendo el clásico kilt , sentado en un butacón de orejeras, sujetando en su mano izquierda un puro y una copa llena en la derecha. Sobre la mesa, una botella. Detrás, unos personajes retratados cobraban vida y salían de sus lienzos, hechizados por el aroma que desprendía la copa. ― Es una reproducción de la etiqueta del whisky Ancestor que aparecía en las botellas de los años cincuenta, junto al eslogan: «The Whisky of Old Ancestors» ―le aclaró don Ángel viéndole embelesado, escudriñando la pintura. Retrato ecuestre del duque de Lerma, Rubens, Pedro Pablo ©Museo Nacional del Prado La idea le pareció divertida. Eso mismo podría suceder allí, donde acudían tantos descendientes de hombres ilustres. Cada mañana, antes de entrar a trabajar, iba temprano a la biblioteca nacional y leía algún libro que le permitiera seguir el rastro de los nobles ancestros de aquellos señore

Balmoral I

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  Don Aurelio se había convertido en un asiduo de Balmoral, desde que había abierto sus puertas hacía pocos años. Lo frecuentaba principalmente a la hora del aperitivo, pero también se escapaba alguna tarde y volvía de madrugada. Atamante se acordó de la vez que lo acompañó, cuando su encargado y barman, don Ángel, conocedor de su devoción por la mitología, le recibió con unas palabras que le parecieron habituales: ― ¿Qué le puede ofrecer este humilde Ganimedes? ― Quita, quita… Que ni yo soy Zeus, ni tú un bujarrón ―le refutó en esa ocasión y lo hizo en alto, advirtiendo la presencia de unas modelos de Pertegaz, en animada charla. ... ― Todos los trofeos de caza que ves han sido donados por algunos miembros de nuestra distinguida clientela, reconocidos cazadores que han querido contribuir a adornar el salón como si fuera la prolongación de su casa. ― En realidad son sus mujeres las que los mandan, porque ya no soportan tener tantos cuernos en su casa ―intervino Agustín, soltando un

El mundo de ayer

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  ― El magnetismo de esta ciudad no se debe solo a la arquitectura barroca de La Habana Vieja que tanto te ha impresionado. Para entender su magia, tendrías que haber visto esas calles llenas de gente alegre y bien vestida, su actividad frenética, el bullicio de día y de noche; oler el aroma a buen tabaco, guarapo y café; disfrutar del sabor de la guanábana, la guayaba, el tamarindo o el mamey; ¡y de la música! El son, la rumba, el mambo, el bolero, el filin… y la frescura y sensualidad de sus bailes, el danzón, el guaguancó, el chachachá... La Habana era una ciudad para disfrutarla con los cinco sentidos. Hoy cuesta reconocer aquel hechizo ―acabó diciendo doña Gloria suspirando―. Únicamente nos queda el cielo, el mar, el paisaje… y la memoria. ... Una y otra vez entraba en aquel laberinto de su mente, rescatando recuerdos por oleadas, dejando un poso en su bajamar, a veces de exultación, a veces de melancolía. Oyéndola, Atamante pensó que contradecía aquellos versos de La divina comed

Un gesto memorable

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  A media mañana llegó Fermín, un muchacho rechoncho y pedante, ridículamente cortés, que usaba frases trasnochadas. Lo recibió Alfredo, sobreactuando: ― ¡El ínclito Fermín! ¡Cómo te agradezco que hayas aceptado venir! ― Sin exagerar la nota, Alfredo, que conozco el paño. ¿Qué quiere de mí su señoría? ― ¡Nada menos que te pongas al frente de la vanguardia en la tecnología! ― A ver, vuecencia, ¿de qué se trata? ― Ven, acompáñanos ―invitó a Fermín a seguirle hacia el salón―. Aquí lo tienes, ¡un Garrard 301! Se lanzó en el 54, pero este se fabricó el año pasado, incorporando rodamientos de aceite y una nueva cápsula, que reproduce el sonido estereofónico. ― Interesante… ¿y para qué diablos me queréis exactamente? ― Para que seas el dueño del guateque, vas a tener en tu poder los mandos de este prodigio y elegir en cada momento la música. ¡Serás el hombre de moda! ― O sea, el pinchadiscos, el don Tancredo que va a ver desfilar por delante unas vaquillas monísimas sin movers

Sonidos negros

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― Lástima que no escucharas a Chori. De todas formas, ya te advertí que no lo hubieras disfrutado en su esplendor, como quienes tuvimos la suerte de escucharlo en los garitos de la playa de Marianao. Mantiene su voz gruesa, y sus manos siguen siendo capaces de marcar ritmos de son y de rumba, pero sus descargas están más amarradas, no tienen la libertad de sus improvisaciones de antaño. Aunque continúa con sus bromas, se le nota triste. Se está apagando por dentro, a la vez que su ritmo se domestica. El Chori en la Playa de Marianao - Noticiero ICAIC No. 7 (1960) ... ― Chori es, era, un artista genuino. Con su voz gastada, su retahíla de aspavientos y su intuición para inventar ritmos y armonías, era capaz de crear un espectáculo que nos estremecía a todos. Los timbales se le quedaban cortos para sacar los sonidos que le bullían en su cabeza y empezó a añadir botellas, sartenes y cuanto chirimbolo tenía a mano. ―Doña Gloria se transformaba al hablar de los músicos que admiraba. ―He vis