Candelita de basurero

 

P.M., le explicó Eliana, fue un cortometraje en blanco y negro de menos de quince minutos, realizado al estilo free cinema, que recorría con una cámara oculta la vida nocturna de La Habana un sábado cualquiera de 1960; sin guion ni comentarios, tan neutro como su título. Sus jóvenes autores fueron Sabá Cabrera, hermano de Guillermo, y Orlando Jiménez. Comenzaba y terminaba en la lanchita que cruzaba la bahía entre Regla y La Habana Vieja. 

(Cortometraje P. M. realizado por Orlando Jiménez Leal y Saba Cabrera Infante. Rodado en diciembre de 1960 y estrenado en 1961 en la nueva televisión estatal. Vídeo colgado en el canal de youtube de Carlos Alberto Fleitas Rodriguez)

La cámara seguía la navegación y el desembarque de pasajeros entraba en un bar de la avenida del Puerto, caminaba por el paseo del Prado, captaba el ambiente de los cabarés de la playa de Marianao y se detenía unos minutos en la actuación de Chori, tocando botellas, sartenes, sacando la lengua y tirándole trompetillas al público.

—No parece que un corto así pueda comprometer el éxito de una revolución.

(Una canción por la mañana, compuesta por Evaristo Mèndez y cantada por Vicentico Valdés. Subida a YouTube por Universal Music Group. ℗ 2010 Craft Recordings, a division of Concord Music Group, Inc.)


—Yo creo que a ellos les molestó la escena final, con la lanchita regresando a Regla de madrugada, mientras se oye de fondo Una canción por la mañana de Vicentico Valdés. Esos planos, mezclándose en el mar los reflejos de los farolillos de la lancha con las luces de La Habana, y esa canción tristona provocan una nostalgia inquietante.

—Cierto, la nostalgia socava el espíritu revolucionario. —Sonrió Atamante pensando en doña Gloria.


(Parte del discurso de Fidel Castro, conocido como Palabras a los Intelectuales, que cerró la puerta a la libertad de expresión en 1961: "contra la Revolución, ningún derecho". Canal YouTube de Cubadebate)

El equipo de Lunes y decenas de intelectuales cubanos firmaron un manifiesto en oposición al secuestro de P. M. por orden del Instituto del Cine. El Partido les pidió que no lo hicieran público a cambio de organizar una reunión con Fidel y otros miembros del Gobierno en la Biblioteca Nacional. Pronto quedó claro que era un juicio a la libertad de expresión.

—Toda esa parafernalia —acabó diciéndole Eliana— por un documental que no llegaba a quince minutos. Al final de su discurso, Fidel lanzó una consigna estalinista que no dejaba lugar a duda: «Con la revolución, todo; contra la revolución, ningún derecho». Guillermo dice que tronó con la voz de un Zeus ruso.

(El 3 de octubre de 1965 se dio a conocer que el Partido Unido de la Revolución Socialista adoptaba el nombre de Partido Comunista de Cuba y se presentaba su primer Comité Central. En esa ocasión, Fidel dio lectura a la carta de despedida de Che Guevara)

Eliana hizo una pausa para calmarse. Sus ojos brillaban de un modo raro y las tonalidades cambiantes de su iris, que tanto apreciaba Atamante, se habían oscurecido hasta prevalecer un gris antracita; este entendió que no era el momento para comentarlo.

—Hace unos días Fidel escenificó la renuncia del Che a sus cargos —continuó Eliana—, leyendo su carta de despedida en el Congreso del Partido Comunista. Se trata de una carta que cualquier guerrillero debe escribir antes de partir a una misión y que el Che no había autorizado a leer. Sus hombres de confianza han empezado a caer en desgracia y alguno ha ido preso.



(Fachada de la casa de los González de Carvajal, hoy Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos)

Antes, le dijo Eliana, verían unos palacetes que iban a «desanudar esa cabeza tuya tan atormentada». En la entrada de uno de ellos había una placa ovalada con el logotipo del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.

—Con esta institución Fidel aspira a que vengan de otros países a apreciar de primera mano las «modélicas» transformaciones sociales...

(Biblioteca pública de Nueva York, inaugurada en 1911. El estudio de arquitectura Carrère and Hastings construyó el edificio en estilo Beaux-Arts , la estructura de mármol más grande hasta ese momento en los Estados Unidos)

—Hablemos mejor del continente, es una obra estilo Beaux-Arts del arquitecto neoyorquino Thomas Hastings, el mismo que construyó la biblioteca pública de Nueva York.


(La ejecución de Luis XVI, 21 de enero de 1793. Grabado de Isidore Stanislas Henri Helman - Bibliothèque nationale de France. A la derecha, el pedestal de la estatua de Luis XV, que daba nombre a la plaza, antes de ser rebautizada como plaza de la Revolución)

—Conozco el estilo. Una vuelta al neoclasicismo francés, como el Hotel Crillon y el Ministerio de la Marina de la Place de la Concorde. Un lugar privilegiado para ver rodar las testas coronadas de Luis XVI y María Antonieta.

(El litigio se produjo en 1848. Los productos de la firma Hija de Cabañas y Carvajal eran muy  populares y Jaime Partagás,  ambicioso y recién llegado al negocio del tabaco, quiso aprovechar el prestigio de aquella y solicitó licencia para  “La Flor de Cabañas de Partagás” con la que se presentó en la exposición mundial de Londres en 1851, obteniendo una medalla de oro. El 17 de junio de 1868 D. Jaime fue encontrado muy mal herido en una de sus plantaciones, falleciendo un mes más tarde y empezaron las especulaciones sobre su asesinato)

—¿Y quién mandó construir esta belleza?

—Una familia de tabaqueros, los González de Carvajal. Sostuvieron una competencia tremendamente áspera con los Partagás.

Se refirió a la disputa por el uso de una vitola, la Flor de Cabañas, por la que llegaron a acusarles de mandar asesinar a un Partagás, aunque no quedó probado.

—¡Matar por una vitola! Buen titular para una crónica negra.

(Edificio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba)

Siguieron andando en silencio hasta que en la manzana siguiente se toparon con otro palacete que dio pie a que Atamante probara a cambiar el registro de Eliana:

—¿Esa mansión de la esquina va a deshacerme otro nudo? —preguntó esquivando los ojos de Eliana, antes barrocos y ahora tenebrosos, que le encañonaban el alma.

Ella tardó en responder y al hacerlo afloró un tono áspero:

—Más que deshacer un nudo de tu cabeza, te voy a atar uno al cuello y acabarás como el último dueño de esa casa.

(Entrada principal al antiguo banco Gelats y cía.)

—¡No me hace ninguna gracia! —Sonrió a su pesar—. Se ahorcó tras soportar casi un año una grave enfermedad y esta maldita revolución. Se llamaba Juan Gelats, era el banquero que operaba las cuentas del Vaticano en Cuba.

—No me extraña que se desesperara perdiendo semejante chollo.

—Solo adelantó el momento, la enfermedad era incurable.


(Vitral de la escalera principal de la mansión de Juan Gelats, hoy sede de la UNEAC)

Eliana señaló el edificio, un paradigma de la arquitectura ecléctica de los años veinte y del aprovechamiento de las esquinas. Estaba abierto y entraron. Le enseñó las formas esculpidas en piedra que simulaban un jardín mitológico del vestíbulo y el vitral que iluminaba la escalera helicoidal de mármol blanco.

—Un buen ejemplo del modernismo catalán.


(Fachada principal del museo de artes decorativas de La Habana, vivienda de la condesa viuda de Revilla de Camargo antes de la revolución cubana)

Al llegar ante la sobria fachada neoclásica del Museo de Artes Decorativas, dos grupos escultóricos situados a ambos lados del balcón voladizo, en los que unos niños desnudos sujetaban sendos escudos de armas de piedra vacíos, provocaron la curiosidad de Atamante. Al preguntar la razón, Eliana no supo contestarle con certeza, pero le dio algunas claves que, si no lo explicaban del todo, las halló familiares. 



(Arriba, grabado que representa la venta de esclavos. Abajo esclavos con sus machetes cortando caña de azúcar)

Los antepasados de los propietarios amasaron su fortuna con la trata; sus padres, ocupados en negocios más decorosos, decidieron dignificar su apellido uniendo los suyos con un guion, de manera que sus hijos, en lugar de heredar un vulgar Gómez, iniciaron el linaje de los Gómez-Mena. José, quien la mandó construir, se la cedió a su hermana, María Luisa, al trasladarse a otra mansión en Miramar.

(Clase de niñas en el patio del colegio, febrero de 1935. El colegio se inauguró en 1926 y el verano siguiente fue visitado por Alfonso XIII)

Esta convenció a su marido, Agapito de la Cagiga, un emigrante que empezó vendiendo materiales de construcción y se convirtió en un reputado importador de madera y hierro, para que se convirtiera en filántropo del pueblecito cántabro donde había nacido, Revilla, en el municipio de Camargo. Este Financió un formidable complejo de escuelas y casas de maestros que despertó el interés de Alfonso XIII, que asistió a la inauguración y le concedió el condado. Al instalarse en el palacete, María Luisa era ya viuda y el título lo había heredado un sobrino de su marido, por lo que dudosamente habría rellenado aquellos huecos; aunque don Agapito se hubiera apropiado del blasón de su pueblo, como hizo don Crispo con el de Baracoa.

(En la imagen el hall de entrada del Museo Nacional de Artes Decorativas de La Habana)

—¿Cómo esto es posible, compañera Bárbara?

—¿Qué tú quieres que yo le haga, compañera? —contestó a Eliana la chica que los recibió en el vestíbulo, escoltada por cuatro moros de madera estofada, tan negros que la hacían parecer a ella pálida—. La compañera jefa ha tenido que ausentarse un momentico. Me ha encargado que les vaya enseñando los salones.

(Los duques de Windsor bailando en una de las fiestas organizadas en su honor por la condesa viuda de Revilla de Camargo, probablemente en 1954 o 1955. A la izquierda, con su violin, Enrique Jorrín)
(El duque de Windsor charlando en la sobremesa de una de las cenas organizadas en su honor con Tina Sarra, Marita Mederos, Maria Teresa Velasco dueña del palacio que hoy ocupa la Embajada de España— y Maria Luisa Gomez Mena, Condesa viuda de Revilla de Camargo. 1948)

(Enrique Jorrín Oleaga, Candelaria, 25 de diciembre de 1926 – La Habana, 1987, músico, compositor, violinista y director de orquesta cubano, creador del chachachá. Fue integrante de la Orquesta Arcaño y de la Orquesta América. En 1951 compuso el primer chachachá. Entre sus obras más conocidas se encuentran: La engañadora, El alardoso, El túnel, Nada para ti, Osiris y Me muero. Desde 1954 dirigió su primera orquesta)

—A la señora le gustaba el figurao.  Organizaba fiestas suntuosas a las que invitaba a la aristocracia y realeza europea.

Bárbara, después de andar por aquellos salones un año, se había contagiado del espíritu de su dueña y disfrutaba con los cotilleos del acervo popular:

—Mandaba traer desde Miami cientos de flores, sobre todo, gladiolos rojos y claveles rosados, y contrataba a los mejores artistas. Cuando recibió a los duques de Windsor, trajo nada menos que a Enrique Jorrín, el creador del chachachá. Los duques venían mucho a La Habana. Se alojaban en la suite presidencial del hotel Nacional. ¡Qué historia de amor, caballero!


(Entrevista a Edda Mussolini y el conde Ciano, después de su viaje de novios, antes de viajar a China, nuevo destino diplomático del conde. 1930. Extracto de un programa de la Raidue sobre el Duce)

Al ver sonreír a Eliana, él se hizo eco de cuanto chisme había llegado a sus oídos, fueran realidad o leyenda, con tal de afianzar su complicidad. Así, contó que uno de sus amantes en los años veinte había sido el conde Ciano, más tarde yerno del duce. «Coincidieron en China», remarcó, sabedor de que los lugares lejanos apuntalan la veracidad de esas historias. El conde había sido destinado como cónsul, y ella fue a reunirse con su primer marido, un piloto de la Armada estadounidense alcoholizado.

—Previamente a ese viaje, había tenido un affaire con un diplomático argentino, revelando su inclinación hacia la diplomacia.

(Von Ribbentrop aterriza en el aeropuerto de Croydon, Londres, en un avión de pasajeros alemán y es recibido por funcionarios de la Embajada: Probablemente, cuando fue nombrado embajador en 1936)

Era ahora Eliana quien pintaba los tintes más deshonrosos, mientras Bárbara seguía muda. Le habló de dosieres del FBI y de los servicios secretos británicos sobre sus devaneos con von Ribbentrop, embajador en Gran Bretaña antes de la guerra, estando ella empatada ya con el entonces rey; y de sus comunicaciones posteriores, siendo el alemán ministro de Exteriores y habiendo comenzado la contienda. La pobre Bárbara se escandalizaba progresivamente, dejando al descubierto una mayor porción de su esclerótica y no acertando a decir más que «¡alabao!» en una voz lánguida en cada aspiración. Eliana y Atamante pensaron que padecía asma.

(Toma de posesión del duque de Windsor como gobernador de Bahamas en 1940)

—Si Churchill los envió a las Bahamas fue para reducir su capacidad de maniobra. Windsor ha declarado hace poco que nunca pensó que «Hitler fuera un mal tipo».

Después de la guerra, le aseguró Atamante a Bárbara, no le asignaron al duque ninguna responsabilidad oficial y se convirtieron en unos parásitos de la monarquía británica, viviendo regaladamente en un palacete del Bois de Boulogne de París.

—En el tiempo en que fueron invitados a esta casa, no eran sino unas celebridades menores de la café society —remató el cuadro Atamante.

—¡Candelita de basurero![1] —saltó Bárbara, que pasó de la decepción y el escándalo a la indignación—. Con esa carita de gente chévere, y ya tú ves…



[1] Persona muy intrigante.


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