En el escenario del VI Festival de Jazz de Antibes Juan-les-Pins, 26 de julio de 1965, John COLTRANE, en cuarteto con McCoy TYNER al piano, Jimmy GARRISON al bajo y Elvin JONES a la batería, interpretan "A love supreme".
—¿Has oído lo último de Coltrane? —dijo Eliana después de un largo silencio—. Salió a principios de año. Lo estuvimos escuchando aquí con Acosta.
—¿A Love Supreme? Estuve oyéndolo en el Whisky Jazz con Claudia —le costó pronunciar su nombre.
—¿A ti qué te pareció?
—Una música intensa; a veces convulsa y caótica, a veces serena y ordenada.
John Coltrane, A love supreme (Extracto del documental Chasing Trane 2018)
—Una experiencia espiritual en la que no se sabe si Dios le habló de música o la música le habló de Dios.
Eliana hacía alusión al salmo que apareció en la portada del disco, donde Coltrane reconocía que había visto a Dios. El ritmo y la melodía del cuarto tema remedan un recitativo de ese salmo. Atamante pidió dos nuevas bebidas sin que tuviera que insistir mucho para desmoronar la resistencia de Eliana.
—Es el primer disco de jazz donde un músico hace una manifestación de esa naturaleza. El salmo dice algo maravilloso: «Dios respira a través de nosotros tan plena y delicadamente que apenas nos damos cuenta». —Eliana dio un buen sorbo a su daiquiri y notó que su ansiedad se aliviaba a medida que la bebida y la mística le hacían mella.
Acknowledgement, primer corte del álbum A Love Supreme (1964). Cuarteto: John Coltrane, saxo tenor; McCoy Tyner, piano; Jimmy Garrison, bajo; Elvin Jones, batería.
—¡Tremendo arroz con mango! —le nació a Atamante después de apurar su bebida de una forma que alarmó a Eliana—. Prefiero cómo trasmite su mística con el saxofón.
Eliana frenó con dulzura la mano de Atamante, que alzaba de nuevo su copa.
—¡Para eso tienen el góspel! —Atamante refunfuñó por los sentimientos encontrados, exasperados por ese roce sutil de su mano.
Al final de la pieza Reconocimiento, Coltrane repite con su voz las cuatro sílabas del título, entonando las notas que el saxo encadena decenas de veces en todas las escalas, y lo mismo hace el contrabajo al comienzo. Eliana se lo recordó, cantando cerca del oído de Atamante esa misma frase varias veces: «A love supreme, a love supreme».
Malcolm X contesta sobre su apellido en el programa City Desk, afiliado a la NBC de Chicago, donde el líder musulmán negro fue entrevistado por los periodistas Jim Hurlbut, Floyd Kalber, Len O'Connor y Charles McCuen (17 de marzo de 1963)
—Oye, ¿esa X de Malcolm era análoga a la de Alfonso X el Sabio? —preguntó Atamante sin malicia para borrar de su mente tal posibilidad.
Eliana se alegró de que sacara el tema y le diera pie a compartir su admiración por el activista. Acababa de recibir la autobiografía de Malcolm X, escrita en colaboración con su amigo Alex Haley; el libro se lo había enviado una amiga exiliada de Nueva York. Lo estaba leyendo de forma arrebatada.
—¡Será posible que seas tan tolete! —se rio Eliana—. Esa X la utilizan muchos musulmanes afroamericanos, simboliza el apellido africano que nunca llegarán a conocer, reemplaza el que su amo blanco impuso a sus antepasados.
—En Cuba por lo menos les ponían de apellido los nombres de sus tierras de origen: Congo, Mandinga, Carabalí, Lucumí —se atrevió a decir Atamante.
Escena de baile swing en el Roseland State de Boston.de la película Malcolm X de Spike Lee, protagonizada por Denzel Washington en 1992
Eliana lanzó lo primero que le vino a la cabeza para romper aquel mutismo desolador: «¿Sabías que Malcolm fue limpiabotas en una sala de baile?». Aunque él siguiera medio ausente, le contó que Malcolm había sacado brillo a los zapatos a los músicos de las grandes bandas de Duke Ellington, Count Basie o Lionel Hampton, en la sala Roseland State de Boston.
También les vendió marihuana, cuestión que Eliana consideró irrelevante.
—Ahora comprendo su solvencia como crítico musical —ironizó Atamante, su voz agria delataba que todavía se sentía molesto.
—¡Qué bobería es esa, chico! En los tiempos muertos bajaba a oírlos y se quedaba fascinado. Él decía que ningún músico tuvo jamás un limpiabotas tan admirador. —El tono de Eliana trasmitía devoción—. Se consideraba un simple paleto en medio de una gran ciudad, pero tenía un cerebro privilegiado.
Escena del asesinato de Malcolm X en la película de Spike Lee, protagonizada por Denzel Washington en 1992
—José dijo que lo habían asesinado en febrero, ¿no?
—Él sabía que lo iban a matar. Meses antes le dijo a Haley que no sabía cuál de los dos, el apóstol de la no violencia, King, o él, iba a encontrar primero la muerte.
—Esperemos que ese vaticinio no se cumpla del todo —dijo serio Atamante al notar el cambio de actitud de Eliana—. Ya hemos hecho demasiado daño a su raza.
Eliana, sin contener apenas su vehemencia, le resumió algunas de las ideas que Malcolm había defendido en vida y reflejado en su libro, recalcando sus diferencias con King: «No buscaba la integración, propugnaba un nacionalismo negro». «No trataba de cambiar las ideas del blanco, sino la de los negros, porque decía que el tío Sam no tenía conciencia». «Los negros debían ser capaces de elevar su nivel de vida y no tratar de abrirse paso allá donde no los querían».
Elogio de ossie davis leído en el funeral de Malcolm X (de la escena final de la película)
Ossie Davis leyendo el Elogio a Malcolm X
—¿Sabes lo que dijo Ossie Davis en su entierro?
—No, no lo sé.
—Le llamó el «príncipe negro» que no titubeó en morir por su raza. —A Eliana le brillaban los ojos—. Destacó que Malcolm les había recordado a los negros que eran tan hombres como los blancos, devuelto su coraje y valentía, despertado la conciencia de quienes eran hipócritas frente a los blancos, y les sonreían siempre.
—Cualquiera diría que eres blanca. —Atamante, recordando las historias que le contaba su padre, trastabillándose y bajando la cabeza, agregó—: Tenía razón, los blancos no necesitamos que nos recuerden que somos hombres.
Los dos líderes más importantes del activismo negro en Estados Unidos, Martin Luther King y Malcolm X, solo coincidieron una vez: el 26 de marzo de 1964 en el Senado de Estados Unidos, mientras se debatía la Ley de los Derechos Civiles.
El presidente Johnson firmando la Ley de Derechos Civiles el 2 de julio de 1964. Detrás, Martin Luther King.
Fidel llega al Hotel Shelburne, situado en Lexington Avenue y la 37. A su lado, el Canciller Raúl Roa García. El gerente del hotel exigió a la delegación cubana un depósito de 20 mil dólares como garantía ante posibles daños. Prefirieron irse a Harlem.
Hotel donde se alojó Fidel Castro en Harlem para asistir a su primera asamblea general de la ONU, en septiembre de 1960.
Algunas fotos del encuentro entre Fidel Castro y Malcolm X.
Terminó diciendo:
—Para Malcolm, el islam era la religión de los negros, y el cristianismo de los blancos, impuesta a los esclavos. King es baptista.
—Creía que los dos luchaban por lo mismo —dijo Atamante, confuso.
—Reconoció que la doctrina de King tenía el mérito de poner en evidencia la brutalidad de los blancos, a quienes llamaba «diablos con ojos azules».
—Creo que King y Malcolm solo se vieron una vez el año pasado, en los debates en el Senado para la aprobación de la ley de los Derechos Civiles.
—He visto la fotografía de aquel encuentro. Se saludaron y no hablaron ni un minuto. —Eliana se quedó pensativa y añadió—: Habló más con Fidel.
That old black magic, interpretado por Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan y Frank Sinatra.
Al igual que el público, Atamante quedó hechizado por la voz de Maggie Prior. Le pareció oír la dicción clara de Ella Fitzgerald, el vibrato sensual de Sarah Vaughan y el swing ralentizado de Frank Sinatra. Cantaba: «I hear your name and I'm aflame. A flame with such a burning desire that only your kiss can put out the fire».
El fraseo lascivo de Maggie removió el magma que se estaba formando en el interior de Atamante y buscó la salida extemporánea que le dictaba la canción, se volvió hacia Eliana y la besó en los labios. Eliana no renegó de aquel beso robado, lo abrazó delicadamente y rozó sus párpados entornados con los terciopelos de Fragonard. Maggie, de fondo, susurraba «In that spin of love that I am in» y Acosta cerraba la canción con un inspirado solo de saxo, proyectando su surco subnasal como la proa de un barco.
Pablo Milanés canta con su hija Haydée Ya ves, del álbum Mis 22 años (1964)
—Damas y caballeros. —Maggie detuvo su actuación y anunció solemne—: Esta noche tengo el placer de estrenar una bella canción escrita por un joven cronopio llamado Pablo Milanés: Ya ves, de su primer álbum, Mis 22 años. ¡Pablo, por favor, saluda!
Un muchacho espigado, cuyas gruesas gafas de carey no ocultaban una mirada penetrante, se irguió con orgullo y saludó serio.
—¡Se parece a Malcolm X! —dijo Atamante en voz baja a Eliana.
—Si ustedes son famas —continuó Maggie—, les advierto que tenemos entre nosotros al mayor de los cronopios, el escritor Julio Cortázar, a quien dedico esta canción.
Sentado al lado de Milanés, Cortázar levantó uno de sus brazos larguísimos en un gesto medido para no dilatar las presentaciones y disfrutar de aquel momento.
Discursos de Fidel Castro en los primeros años de la revolución sobre los seres extravagantes y las actitudes elvipreslianas...
Conducta impropia, documental de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal sobre la persecución de homosexuales e intelectuales en la Cuba castrista desde los inicios de la Revolución. Se entrevista a varios nombres relevantes de la cultura cubana (Lorenzo Monreal, Reinaldo Arenas, Jorge Ronet, Luis Lazo, Mireya Robles, Rafael de Palet, Jorge Lago, Heberto Padilla, Guillermo Cabrera Infante).
Pablo Milanés habla de su paso por Campos de Concentración en Cuba (UMAP).
Poco después de que Atamante volviera a Madrid, se inició en Cuba la persecución de decenas de miles de jóvenes; la mayoría homosexuales, junto a miembros de sectas religiosas, objetores de conciencia, intelectuales disidentes o, simplemente, librepensadores. Los encerraron en campos de trabajos forzados, llamados eufemísticamente Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), para que hicieran de zafreros en los mismos cañaverales que antaño trabajaron los esclavos. A Virgilio Piñera lo dejaron tranquilo y le evitaron cambiar la pluma por el machete; quizás por la certidumbre de un fracaso con sus terapias de conversión. Pablo Milanés, al año de editar su primer disco, grabó su nombre en uno de aquellos campamentos, del que se fugó, creyendo que siendo él revolucionario, «El Uno» intercedería por el otro y haría justicia: lo metieron preso en la fortaleza de La Cabaña.
Cortes de NODO sobre Mayo del 68 (Filmoteca Española, 1968)
¿Te acuerdas? 1968: El año que cambió el mundo | RTVE Archivo
Luego vino el apoyo de Fidel, en agosto del 1968, a la entrada de los tanques del pacto de Varsovia en Checoslovaquia, que borró el «rostro humano» del socialismo que quiso dibujar la Primavera de Praga, y la sonrisa de Shirley Temple, que esperó veinte años para presentar sus cartas credenciales como embajadora en aquel país. Con anterioridad, habían pasado inadvertidos en la prensa oficial cubana los acontecimientos del Mayo francés, en parte porque De Gaulle mantenía el comercio con Cuba pese al bloqueo estadounidense, en parte porque el lema de las protestas callejeras de París, «il est interdit d'interdire!», transgredía la doctrina marcada por Fidel a los intelectuales cubanos siete años antes: «Con la revolución, todo; contra la revolución, nada».
(Santo Trafficante, que heredó este oxímoron de nombre y los "negocios" de su progenitor, en el bar San Souci. La Habana, Cuba, 1955) —Santo Trafficante, un apellido apropiado para un gánster... —¡Ay, cará !, ¡otra vez ese matraquilleo , chico! Ya te he dicho que eran «hombres de negocios» que invirtieron en casinos y clubes —dijo doña Gloria, encendida. (Alberto Anastasia, izquierda, sale con su abogado de la corte federal en 1955) (En la mañana del 25 de octubre de 1957, Anastasia ingresó a la peluquería del hotel Park Sheraton. Mientras Anastasia se relajaba en la silla de barbero, dos hombres, con bufandas cubriendo sus rostros, entraron corriendo, apartaron al barbero y dispararon contra Anastasia. Después de la primera andanada de balas, Anastasia se abalanzó sobre los reflejos de los pistoleros en el espejo de la peluquería. Los asesinos continuaron disparando hasta que cayó muerto) Un hecho aparentemente inconexo, la muerte del facineroso Albert Anastasia en una b
(Vista de la avenida Presidentes a la altura de la calle 21. Vedado, La Habana) Eliana terminaba su tercera y última jornada con un grupo de inversores canadiense. Insistieron en invitarla a cenar aquella noche para despedirse y agradecerle su eficaz mediación. Habían llegado a La Habana buscando lo mismo que Atamante... Atamante fue a su encuentro en la esquina de la calle 21 con la avenida de los presidentes, y desde allí descendieron hacia el malecón. (Parque de atracciones en la esquina de la calle 23 y L, ocupando el solar dejado tras la demolición del hospital Reina Mercedes, construido en 1959 para celebrar el 29 congreso mundial de agentes de viaje, ASTA. Poco tiempo después se transformó en el cabaret Nocturnal) A mitad de camino escucharon el rumor de un griterío sobre el que descollaban las carcajadas desacompasadas de algún borracho. En la distancia, detrás de lo que parecía un plató de cine abandonado, con estanques y montañas artificiales, se vislumbraban las luces de
Tropicana nació en medio de unos jardines de exuberante vegetación tropical en Marianao, dominada por imponentes palmas reales, palmas canas, mamoncillos, bambús, mangos, guanábanas, mameyes y anones que coexistían con orquídeas cosmopolitas, naranjos cuyas semillas llevó Colón y acacias, de esas que envenenan en África a las jirafas que las ramonean en exceso. Los nombres de estos árboles evocaron a Atamante «el jardín de la memoria » y le costó seguir la historia que doña Gloria le narró a continuación... Atamante retuvo lo esencial: Regino du Repaire de Truffin, un rico industrial azucarero de origen francés, llamó a la finca Villa Mina, en honor a su segunda esposa, Mina Pérez de Abreu, a quien los columnistas del papel cuché llamaron la «dictadora social » de la época, por las fiestas que organizaba, en vida de su marido, en aquella arboleda que veneraba. .. ― Primero sucedió lo de su yerno, el marido de su hijastra Regina... Clemente Vázquez Bello, un político querido y brill
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