La fuente de las musas III
La orquesta principal estaba dirigida por el respetado compositor Armando Romeu, donde destacaban el pianista Bebo Valdés, el percusionista Guillermo Barreto y el trompeta Chico O’Farrill, que le ayudaban también a hacer los arreglos. En su repertorio abundaban los estándares de Count Basie, Duke Ellington, Les Brown o Stan Kenton, junto a mambos, rumbas y chachachás.
En cuanto a los nombres que encabezaban los carteles de Tropicana, doña Gloria, que parecía no haberse perdido ningún estreno, destacó a Nat King Cole, que estuvo tres temporadas...
... Carmen Miranda, Josephine Baker, Pedro Vargas o Lola Flores, del grupo de fuera...
(Rita Monatner canta El Manisero, de Moises Simons, acompañada por la Orquesta Orbe. Corte de la película El Romance del Palmar, 1938)
Rita Montaner, Bola de Nieve, Miguelito Valdés, Olga Guillot, Omara Portuondo, Elena Burke o Benny Moré, entre los locales. ..
Benny Moré tuvo que prometerle a Fox puntualidad y no beber antes de cada concierto para ser contratado.
Un silencio solemne acompañó la espera del doble alumbramiento: el piano y su voz, la música y la palabra, una suerte de siameses unidos por sus manos y su talento, dos partes de un mismo prodigio que hurgaba en las entrañas de la gente.
Su mano derecha evocaba la fascinación del niño que fue, encaramado a una ventana para escuchar a Liszt y Chopin interpretados por un vecino, en tanto que su mano izquierda tan pronto parecía tañer la piel de los tambores batá, ungidos en ceremonias santeras de su Guanabacoa natal, como desgranaba los toques ancestrales a libertad que se oyeron en los cañaverales, entre compases y armonías de blues y de jazz. Era capaz de moldear las canciones a su antojo y transmitir ironía, amor, tristeza, desgarro, melancolía… y soledad, mucha soledad. Exhibía un fraseo, una dicción y un timbre de voz camaleónicos: desapacible y picarón como el voceo de un pregonero; delicado y manso como el arrullo de una canción de cuna; roto y estremecido como el llanto amargo de un amante atormentado...
―¡Lástima que se haya convertido en un abanderado de la revolución! ―murmuró doña Gloria a Atamante, en cuanto se alejó Bola, haciéndole señas para que no le siguiera la conversación porque allí podría estar escuchando cualquiera.
A Atamante, que había llegado a La Habana por la mañana, le sorprendió aquella manera de coexistir de dos mundos opuestos: la revolución naciente, a la que en aquel momento, final del verano de 1965, le quedaba apenas margen para inventarse a sí misma, una vez cruzado el telón de acero, y el mundo de ayer, deslumbrante y contradictorio. Todavía las admiraciones del pasado pesaban más que las nuevas adhesiones, y al igual que doña Gloria, muchos exhalaban amargos contrapuntos como un susurro.
© Todos los derechos reservados
Referencias:
http://www.desmemoriados.com/una-habana-para-nat-king-cole/
Canal YouTube: Desmemoriados Música Cubana:
https://www.youtube.com/channel/UCHWHfe05NXsKgpvYTo1n-CA
Gracias! Adoro a Olga Guillot. Un saludo. Cecilia Labate
ResponderEliminarNo ha habido una artista como ella, que convierte en virtud su desgarro exagerado y lo aceptamos como algo natural que nos llega muy dentro.
Eliminar