Trovadores

 

Extracto del documental cubano del director #héctorveitía La herrería de Sirique (1966).

Quien así presentaba a la decana cantante, padecía una ligera acromegalia que le había desfigurado y alargado la cabeza. Su boca, encajada en una mandíbula protuberante, apenas retenía su lengua pulposa y rebelde que entorpecía su pomposa loa, emitida en voz nasal; cualidad agudizada por las dimensiones de su nariz y de su cráneo ahuecado, en cuyas paredes sus palabras reverberaban. Como no dejaba de bracear en apoyo de su discurso, describiendo sus manazas unas curvas exorbitantes, la delicada señora dio un discreto paso hacia atrás para evitar que el presentador la noqueara.

La pureza de su voz, algo crepitante y de timbre engrosado, estremeció a la audiencia y transportó a los más ancianos a aquellas tabaquerías de Florida, donde a finales del siglo xix José Martí enardecía a los cubanos emigrados con aires de libertad. Allí el apóstol besó la frente de María, después de que ella le cantara sus propios versos. Ocurrió pocos años antes de que, cumpliéndose sus premonitorios «versos sencillos», muriera «de cara al sol», en una carga suicida contra los españoles, junto a un joven soldado, cuyo nombre no resultó ser providencial: Ángel de la Guardia, que perdió el caballo y a su oficial, pero no la vida.

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 Las fotos están extraídas del documental La Herrería de Sirique (1966) del director Héctor Veitia, que puede verse en el enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=_GTz4g6HaNs





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