Cine III

 


Atamante vio al doctor Torroba. Andaba muy ufano entre los invitados, y al cruzarse con una joven, sonrió, alargando su mostacho imperial, arqueó sus gruesas cejas asimétricamente, acentuando su mirada picarona, y la saludó: «¿Cómo estás, lindita mía?»; respondido recatadamente, un destello emanó de sus ojos oscuros, a través de sus larguísimas pestañas, dobladas hacia el firmamento. Viendo que el doctor se acercaba a una reunión de técnicos españoles, Atamante aprovechó para unirse a ellos, albergando la esperanza de averiguar algo sobre aquella chica, cuyos ademanes lejanos le habían seducido.



Cuando llegó, Jesús García Dueñas, joven redactor de la revista Triunfo y estudiante de la escuela de cine, con su aspecto de buen chico y una mirada profunda que parecía grabarlo todo, preguntaba por la presencia española en el equipo técnico de la película. Allí estaban dos jóvenes veteranos de producciones extranjeras, Tedy Villalba y Pepe López Rodero, y Gil Parrondo, de extensa trayectoria en la dirección artística. 

Tedy, más impulsivo, cuyo perfil fenicio le recordó a Atamante su maldición contra este pueblo en edad temprana, se adelantó a contestar:

―Aparte de los que estamos aquí, Pepe, que es ayudante de dirección de la primera unidad, Gil, encargado de los decorados de interiores, y Torroba en el apartado médico, hay una larga lista de nombres: Berenguer, director de fotografía de la segunda unidad; Gómez Grau y Luengo, en foto fija; Ochoa, ayudante de dirección de la segunda unidad; Serna, ayudante del jefe de reparto; Prósper y Molina, en construcción de decorados; Mampaso, en storyboard; Sempere, Pastor y Plana, jefes de producción como yo.

Atamante se desinfló al saber que no se encontraban ahí ni Prósper ni Molina, probables jefes de aquella chica.


Dueñas se interesó luego por conocer cómo se había formado un grupo tan completo de nivel internacional. Tedy volvió a tomar la palabra:

―La primera superproducción americana que se hizo enteramente en España fue Alejandro Magno, de Rossen, en el cincuenta y cinco. Nuestro bautismo de fuego, el despegue. Hay que hablar de esta película para entender lo que ha venido después.

―Entonces, tenía yo dieciséis años y empecé de meritorio en producción ―dijo Pepe con un aire frágil y tímido―. En realidad, aunque lo llamasen de manera tan pomposa, era el chico de los recados, pero ese mundo me enganchó rápido.

...

Atamante preguntó a Torroba en voz baja si sabía dónde andaba la gente de la construcción de decorados; él negó con la cabeza, antes de intervenir:

―No hay que olvidar que en el cincuenta y tres Franco había firmado dos acuerdos transcendentales que ayudaron a desbloquear el aislamiento internacional: el concordato con la Santa Sede y los pactos con Estados Unidos, por los que se cedía el uso de cuatro bases militares a cambio de ayuda financiera. Recordando a mi difunto primo, Foxá, lo que quería decir era que a cada español le correspondían diez dólares y cien días de indulgencias.

Su carcajada fue grave y estentórea, ensombreciendo las risas modestas del resto. Atamante, que hasta entonces seguía más preocupado por buscar a aquella chica y creyó prudente callar, vio un resquicio y quiso aportar su granito de arena:

―¿Sabéis lo que contestó Foxá a un yanqui que le reprochó su antiamericanismo?

Torroba le hizo señas para que no siguiera, pero el muchacho no le entendió e interpretó la mudez del resto como una invitación.

―Aquel hombre le había provocado diciendo: «Ustedes, que tanto nos critican, no tienen inconveniente en recibir los dólares de la ayuda». A lo que Foxá contestó: «También nos gusta el jamón y no nos tratamos con los cerdos».


El silencio hizo la atmósfera densa y parecía que se hubieran secado todas las gargantas. Parrondo, que sin patillas parecía la rama asturiana de la familia Fonda, lo miró a través de sus gafas de carey y, con la leve irritación que era capaz de mostrar, enfatizó:

―Por fortuna, he tenido la oportunidad de trabajar para los americanos en varias películas. Digo por fortuna, porque significa un privilegio. En la dirección artística hemos contado con proyectos extraordinarios, un gran respaldo económico y confianza en nuestro talento. Está siendo un aprendizaje maravilloso, no lo olvides.

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